09 julio, 2008

HOMENAJE A DANIEL BRARDA


















DEL AMOR
El martes 8 de julio a las dos y media de la tarde, Daniel Brarda murió en el Hospital Alemán después de padecer un cáncer de pulmón.
Este dato puede no ser demasiado significativo salvo para las personas que lo conocieron. Sin embargo es necesario contar a toda la comunidad teatral que gracias a Daniel Brarda es que existe Elkafka espacio teatral.
Daniel no era ni actor, ni director, ni autor; era un apasionado del trabajo y de los emprendimientos.
A fines del año 2003, el dueño del predio en donde estaba el teatro “Del Otro Lado” anunció que no renovaría el contrato de alquiler para el período 2004-06, y que vendería la propiedad al mejor postor.
Luego de haber invertido dinero en ese teatro, sin saber de la no renovación del contrato, nos sentimos defraudados y yo, sobre todo desesperado porque no tendría donde estrenar El Siglo de Oro del peronismo, que en definitiva era el verdadero motivo de haber entrado en contacto con la gente que llevaba adelante la sala de la calle Lambaré.
Y fue en ese momento, de angustia y bronca, en el que Daniel, en un acto de arrojo, me propuso que compráramos la propiedad y fuésemos los nuevos dueños del predio, así el teatro podía seguir funcionando.
Juntando dólar sobre dólar, pudimos concretar la compra a fines de noviembre de 2003. Y meses después se comenzaría a funcionar ya como Elkafka espacio teatral.
Por eso es importante que todos los que hacen teatro conozcan esta historia de alguien que por amor se puso entero al servicio de un emprendimiento de un teatro que jamás daría rédito alguno, salvo del orden de lo artístico y que día tras día, hasta que no pudo ir más a trabajar, se brindó entero para que el teatro estuviera lo mejor posible.
Daniel Brarda fue el motor para que hoy Elkafka espacio teatral siga existiendo y por eso le dedico este homenaje.

Rubén Szuchmacher

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los que hacemos teatro sabemos muy bien que esta actividad se sostiene y sobrevive gracias a las pequeñas y grandes acciones de personas como Daniel. Ninguna institución, ni gestión, ni política cultural, puede ni va a poder hacer nunca algo tan significativo como lo que una sola persona con arrojo, con entusiasmo, y por amor puede hacer por el teatro.
Quienes, de alguna manera, estamos cerca de El Kafka y nos pudimos tomar un café con leche en el bar de Dani, sabemos muy bien que fue un motor fundamental de este proyecto (del proyecto Kafka y del proyecto teatro). Porque lo vivimos, porque observamos día a día su trabajo, porque nos contagiaba de su entusiasmo, de su alegria, porque daba todo para que el ratito que cada persona estaba en ese lugar fuera un ratito especial, mágico, diferente... y así se hace teatro.

Analía Juan