26 noviembre, 2009

TALLERES 2010 ANUALES Y DE VERANO










Rubén Szuchmacher comunica la inscripción para sus Talleres 2010 que se brindan en Elkafka espacio teatral, Lambare 866, Te: 54-11- 4862-5439 - Correo electrónico: elkafkacursos@netizen.com.ar

TALLERES ANUALES
TALLER DE PUESTA EN ESCENA
















por Rubén Szuchmacher y Graciela Schuster
Destinado a actores, directores, coreógrafos, bailarines, músicos, plásticos, escritores, críticos, etc.
Curso anual de marzo a noviembre.
Requisito de inscripción: Envío de currículum a elkafkacursos@netizen.com.ar y entrevista a concertar.
Arancel: $300.-
Horario: Miércoles de 11:00 a 14:00
Iniciación: 31 de marzo de 2010

Programa:
1. Descripción y análisis del objeto Puesta en escena. Las formas teatrales: El teatro, el teatro musical, la ópera, la danza. Artes que intervienen en la puesta en escena. Literatura, plástica, música y arquitectura. Interrelación. La información a través de las artes.
2. Lo literario. La dramaturgia. El texto dramático. Lo narrativo. La acción como unidad narrativa. Ejercitación. Análisis de texto dramático. Análisis del texto no-dramático.
3. Lo Arquitectónico. Espacios virtuales, espacios reales. Aspectos denotativos y connotativos de los espacios.
4. Lo visual. Los materiales. Las texturas. Los colores. Las formas. Los volúmenes. La luz. Las líneas. La escenografía. Ejercitación.
5. El sonido. El texto como sonido.Tres parámetros: altura, velocidad, intensidad. Combinatorias. La música en el teatro. Problemas del sonido conocido. Ejercitación.
6. El discurso de la puesta en escena. La práctica: Trabajo sobre textos. La dirección de actores.

TALLER DE EXPERIMENTACIÓN EN LA PUESTA EN ESCENA






















por Rubén Szuchmacher y Graciela Schuster
Destinado a todos aquellos que hayan cursado por lo menos el Primer año del Taller de Puesta en Escena.
Requisito de inscripción: Entrevista a concertar
Arancel: $300.-
Horario: Jueves de 11:00 a 14:00
Iniciación: Segunda quincena de marzo de 2010
Programa:
Puesta en escena sobre textos dramáticos y sobre textos escritos por los propios participantes. Análisis y práctica de la dramaturgia, el espacio, lo visual, lo sonoro, la actuación.

ENTRENAMIENTO ACTORAL























por Rubén Szuchmacher y Francisco Civit

Destinado a estudiantes de teatro avanzados y actores

Horario: Lunes de 19:00 a 22:00 ó Martes de 16:00 a 19:00

Taller Primer cuatrimestre: Comienza el 22 ó 23 de marzo de 2010

Requisito de inscripción: Envío de Currículum a elkafkacursos@netizen.com.ar y entrevista previa a concertar.

Arancel: $300.-

Programa: El texto como materia. Correspondencia texto - cuerpo – pensamiento. La acción en la palabra. La forma de la palabra y su ritmo. Entrenamiento con textos de Tragedia Griega y Siglo de Oro Español. Durante este cuatrimestre se trabajará además textos de autores no dramáticos: Borges, Ocampo, Bioy y textos dramáticos de autores de los Siglos XIX y XX.


TALLERES DE VERANO


GESTIÓN DE ESPACIOS DE PEQUEÑO FORMATO

Por Rubén Szuchmacher y Paula Travnik

Del 10 de febrero al 10 de marzo (cinco clases)

Miércoles de 16 a 19hs

Auspiciado por la Fundación Szterenfeld

Arancel: $250.- Se ortorgan becas.

Este seminario está destinado a todas aquellas personas interesadas en conocer el funcionamiento de las salas teatrales de formato pequeño, con el fin de ayudar a pensar y modificar el funcionamiento de las mismas.Los temas a tratar son:El espacio físico de las salas /El espacio imaginario de las salasLa programación como problema. La elección de espectáculosProducción de espectáculos y de eventos a partir de la estructura de la salaElaboración de proyectos




ENTRENAMIENTO ACTORAL

por Rubén Szuchmacher y Francisco Civit

Destinado a actores y estudiantes de teatro avanzados

Los miércoles 10, 17, 24 de Febrero y 3 y 10 de marzo de 19 a 23 hs

Requisito de inscripción: Envío de un CV a elkafkacursos@netizen.com.ar y entrevista a concertar

Cuota única: $ 400 .-

Taller intensivo de cinco clases sobre los temas fundamentales del entrenamiento sobre el texto, con los contenidos que se brindan el el taller anual de Entrenamiento Actoral.



06 septiembre, 2009

LA GRACIA en ELKAFKA espacio teatral

LA GRACIA
de Lautaro Vilo
con : Berta Gagliano y Juan Manuel Torres
Escenografía y vestuario: Jorge Ferrari
Diseño de Iluminación: Gonzalo Córdova
Asistente de dirección: Alejandro Vizzotti
Producción ejecutiva en Elkafka: Paula Travnik y Gabriel Cabrera
Dirección: Rubén Szuchmacher

Una producción del Centro Cultural Ricardo Rojas e Iberescena

Sábados 20hs Entrada general $30.- con descuento $20.-



DAR GRACIAS
Carlos Diviesti
LA GRACIA, de Lautaro Vilo. Dirigida por Rubén Szuchmacher. Coordinación de Producción: Paula Travnik y Gabriel Cabrera. Diseño de Iluminación: Gonzalo Córdova. Escenografía y Vestuario: Jorge Ferrari. Intérpretes: Berta Gagliano, Juan Manuel Torres. Sábados a las 20.
El Kafka, Lambaré 866. 4862-5439

Dicen que el tiempo todo lo cura, que el dolor será apenas una sensación en la mente cuando ya todo ha pasado. ¿El tiempo es similar al olvido? Al contrario; si se lo ama a Dios el tiempo debiera ser memoria. ¿Y por qué habría que amar a Dios? Porque en Dios habitan la caridad de un amor sincero, la esperanza de recibir la bendición divina y la fe de creer en algo. Y nosotros, humanos, a partir de ese amor a Dios debiéramos amar a nuestros semejantes tanto como a nosotros mismos, en un tiempo constante y permanente. Es nuestra misión verdadera, la mayor de nuestras obligaciones, mucho más que imponernos a nuestra naturaleza y caer en la tentación de perdonar. Amar y comprender, tan solo eso, no para llegar al cielo sino para ser mejores.Esos pensamientos los deja La gracia, de Lautaro Vilo, después de haberla visto en El Kafka. Pero no son pensamientos tranquilizadores, porque en la platea no somos capaces de llevarlos a la práctica. A medida que avance la revelación de los hechos habrá quienes tilden de loca a esa mujer que viene a reconfortar a un enfermo, un enfermo que, a medida que avance la revelación de los hechos, tal vez merezca la muerte. ¿Podemos comprender las acciones de los demás? ¿Ella está loca? ¿Él merece la muerte? ¿Dios se presenta en esa sala de hospital? ¿Dios es confiable? ¿Podemos confiar ciegamente en Dios? ¿Qué gracia podrá revelarse cuando todos los mandamientos han sido violados? La forma del Decálogo es negativa para darle libertad al hombre: el hombre puede hacer lo que le plazca, menos lo que está prohibido. En La gracia se toma el nombre de Dios en vano, no se honran las fiestas, no se honra a los padres, se mata, se cometen actos impuros, se roba, se levanta falso testimonio y se miente, se consienten los pensamientos y deseos impuros, se codician los bienes ajenos. Se es humano en La gracia, tan humanos que da asco. Y ahí se revela la gracia justamente, en ese asco catártico y en esa vergüenza ajena que la luz cruda ni matiza ni conduele, porque en todo eso hay belleza, y hay paz, y hay vida.De acuerdo al dogma uno de los principios espirituales es dar. Dar lo que se tiene, así sea las gracias. La gracia es un texto maduro porque es serio, y es un texto necesario porque es infrecuente. Y es un texto reflexivo, divertido, angustiante, violento, extraño, inclasificable. Es un diálogo donde uno no habla porque no puede y está forzado a escuchar con impaciencia, hasta que empieza a oír pacientemente y entiende lo desconocido. Ese uno de referencia es el enfermo, no la platea, aunque la arenga tierna de la mujer o el frío del código penal nos interpele y nos involucre. Y La gracia es la puesta en escena de un maestro, no porque este espectáculo sea una obra maestra sino porque su director nos enseña a ver la teatralidad despojada de artificios y siempre nos da lo que tiene.

02 agosto, 2009

REY LEAR














Foto: Juan Mario Roust
REY LEAR
de William Shakespeare
Versión: Lautaro Vilo y Rubén Szuchmacher

con
Alfredo Alcón, como el Rey Lear
Roberto Carnaghi, como el Conde de Gloucester
Joaquín Furriel, como Edgar
Juan Gil Navarro, como Edmund
Roberto Castro, como El Loco
Horacio Peña, como el Conde de Kent
Carlos Bermejo, como el Duque de Cornwall
Mónica Santibáñez,como Goneril
Ricardo Merkin, como el Duque de Albany
Paula Canals, como Regan
Julián Vilar, como Oswald
María Zambelli, como Cordelia
Luciano Linardi, como Duque de Borgoña y otros
Paul Mauch, como el Rey de Francia y otros
Eduardo Peralta, como el Doctor y otros


Boceto de distribución de bancos. Jorge Ferrari




Rubén Szuchmacher: Dirección
Jorge Ferrari: Diseño de escenografía, proyecciones lumínicas y vestuario
Gonzalo Córdova: Diseño de Iluminación
Barbara Togander: Musica original y diseño sonoro
Nicolás Balcone: Stage manager y asistente de dirección
Facundo Estol: asistente de diseño de iluminación
Andrea Mercado: asistente de escenografía y vestuario
Juan Ismael Dip y Brian Verón: Vestidores
Gustavo Lazarte: Maquinista de compañía
Gabriela Kogan: Comunicación visual
SMW: Prensa
Carla Carrieri: productora ejecutiva
Damián Zaga: Supervisión de producción
Ariel Stolier: Director de producción
Pablo Kompel y Adrián Suar: Productores generales
Estreno en el Teatro Nuevo Apolo, Corrientes 1372, el 3 de agosto de 2009
Notas y reportajes:

Foto: Juan Mario Roust
EL REY NO HA MUERTO, LEAR QUIZÁ
por Mariana Yañez

Alfredo Alcón es un actor descomunal, no es noticia. Se puso de moda en algunas células subversivas palermitanas discutir su talento como es moda decir que Cortazar escribe mal o está bien tomar syrah. Ok.
Estas palabras están dedicadas a todas las personas que amen el teatro, la poesía, la emoción de espectar. Las dos horas y media de Lear son un trance tan dichoso, la arquitectura impecable de Szuchmacher hace que cada espacio dramático esté cargado de sentido, Dios mío, qué buen rato.
Carnaghi, Peña tremendo, Bermejo y su voz impresionante, Roberto Castro (Roberto Castro!!!!), Mónica Santibañez, vestuario hermoso -medio cosaco, medio kabuki- escenografía ascética, música im-pre-sio-nan-te de Bárbara Togander….de verdad: no dejen de verlo.
Sobre todo traten de estar muy cerca del escenario para ver como Alcón en un día gélido y de calefacción fallida, transpira sin parar a su taintantos años, dejando el alma y el cuerpo, como siempre, entendiendo cada sílaba de un texto que como todos los de Shakespeare, no se puede creer de divino.
Ah! presten atención al saludo final donde el gran hombre deja atrás al actor para abrazar a sus compañeros e impedir que los aplausos y las loas empañen el reconocimiento al resto del elenco. Igual que cuando en las marchas de la Multipartidaria abrazaba a los chiquitos del conservatorio como un papá generoso que todo lo hace con amor.
Aplausos, Su Majestad.



ALCON SE CORONA COMO REY LEAR E INAUGURA UN TEATRO
Humilde y dócil, se entrega a una charla en la que habla de inseguridades y despliega anécdotas

Por Verónica Pagés
De la Redacción de LA NACION
Alfredo Alcón llega con puntualidad a la nota, está de buen humor y se presta a hacer las fotos con dócil entrega. Nada de lo que se ve en él deja a la vista algún rasgo de gran señor de la escena nacional. Por el contrario, si algo surge es desde el lado de quienes lo miran, de los otros. El ni se inmuta, sonríe y dice permiso, perdón y gracias como el niño más educado. Hasta que se sienta -se siente cómodo- y se pone a hilvanar anécdotas de tonos sepia que con su voz, su risa estertórea y alguna que otra palabrota recobran sus colores y su vida. Allí están Margarita Xirgu, Lautaro Murúa, Tita Merello, María Casares...
Cuesta creerle cuando dice que es enfermizamente tímido e inseguro. O cuando se anima a decir que tuvo que dejar el proyecto del primer Rey Lear que iba a encarnar (hace tres años en el San Martín, dirigido por Jorge Lavelli). "Sentí que se me venía el mundo encima; no me sentía capaz de hacerlo, me dio un miedo terrible y no pude seguir." Un caballero el hombre, que trata de poner el eje del problema sobre sí mismo y no sobre los demás. Sólo hablando de otras experiencias, de otros procesos de trabajo, se podrá entender por qué sintió que el mundo se le venía abajo.
Pero de eso no le gusta hablar, prefiere hacerlo de otros Lear, como el que lo tuvo como protagonista en el Centro Dramático Nacional de España durante todo el año pasado o, mejor aún, del que está por encarar (desde esta noche) en el Nuevo Teatro Apolo. Lo acompañan Joaquín Furriel, Juan Gil Navarro, Roberto Carnaghi, Mónica Santibáñez, Roberto Castro, Horacio Peña, Carlos Bermejo, Paula Canals, Ricardo Merkin, Julián Vilar, María Zambelli y Paul Mauch. Allí lo dirige Rubén Szuchmacher, un director con el que ya reincidió tres veces porque "lo huele", según dice. "El y yo sabemos cosas del otro que no se pueden explicar con palabras, son intuiciones. El sabe verme cuando me equivoco o tengo miedo o me agarran ataques de desesperación y me quiero ir. Me huele y sabe que estoy desafinando por desesperación que, de hecho, es parte de mi manera de buscar un personaje", explica Alcón, verborrágico y expresivo.
-El año pasado en España y ahora acá sí sentiste que podías con el personaje...
-No es que pensé ahora sí, sino que fue sucediendo, cada día que pasaba sentía que estaba en una aventura inalcanzable de la que quería seguir siendo parte. Y cuando, tiempo después, empecé a trabajar con Szuchmacher fue empezar otra vez de cero, ya no me acordaba nada de lo que había hecho en el Rey Lear español. Sí tenía una experiencia, pero es como cuando te volvés a enamorar, no te sirve la experiencia anterior, no podés medir a la nueva persona con las reglas de la otra. Además, no me veo cuando estoy actuando, y los caminos no son siempre los mismos para llegar a determinado lugar. Es tan rica la obra que es imposible no encontrarle cosas nuevas en cada lectura. Cada vez es como cuando te metés en el mar sin saber nadar, no hay nada mejor que dejarse llevar para, cuando volvés a la costa, poder decir "¿dónde estoy". Ese segundo de desconcierto, hasta que uno vuelve a ser racional, es maravilloso. Por eso digo que la experiencia sirve muy poco. Si aplicara mi experiencia de Rey Lear porque la hice sería un estúpido, no la hice, pasé por ahí, me metí en ese mundo y traté de compartir esa vibración tan viva, tan humana, con otros, pero no la hice. Por eso hay que tener cuidado con la experiencia, no hay que sobrevalorarla.
-¿Cómo te llevás con tu propia lectura contrastada con la del director?
-Creo que la combinación de miradas es lo que hace la puesta, y el director crea el clima para que todos nos atrevamos a mirarnos y para que cada cual aporte su color único e irreemplazable. Es tonto perder esa cosa única que cada persona puede aportar a cualquier trabajo, si el director no ve lo que tiene alrededor porque en el sofá de su casa se imaginó la vida, es culpa suya.
-Y en ese sentido con Szuchmacher te llevás muy bien.
-Sí, porque es un tipo que no viene con todo resuelto, o a lo mejor sí y no te das cuenta porque no te dice que ya lo sabe todo y que con unos ensayos tenés que acceder a su sabiduría. No te dice te parás aquí porque se me ocurrió a mí. Eso demostraría que no me necesitan, que no precisan eso que me pasó con el papel. Eso es lo lindo que tienen los ensayos cuando están vivos, cuando no hay que seguir a muerte a un gurú clarividente, sino que vos te sentías parte palpable de la búsqueda.
-Alguna vez dijiste que Lear era un personaje al que había que llegar con la madurez...
-Noooo... Vuelvo con el tema de la experiencia. Si ella te solucionara el problema de tu trabajo, sería como decir que las personas de 50 años son inteligentes y que las de 20 no. Y miralo a Orson Welles, que a los 24 hizo El ciudadano, una de las grandes películas de la historia. Además aprendo muchísimo, y no por humildad, de los actores jóvenes. De Nicolás Cabré aprendí muchas cosas. Tiene una manera de mirar en la que no está el peligro de creer que ya ha visto.
-¿Entonces qué fue lo que te gustó de Lear?
-Apunta tan a lo esencial que marea. Es un hombre que necesita ser el centro del amor de quien él ama. Todos necesitamos eso, lo disimulamos más o menos, pero lo necesitamos. Y cuando una de las hijas le dice yo te adoro pero cuando me case ya no serás el centro, se desespera. Eso es lo que tiene la obra, que a pesar de sus 500 años no la ves como una historia de un rey ajeno y lejano. Habla de lo humano, a la médula. Shakespeare dice que el amor como lo entendemos -como posesión- no basta; debería haber cierto grado de renunciación para entender que el otro es otro. Es tan simple que no hay nada que entender, el argumento es un novelón, como todas las obras suyas, pero está eso que te deja decir. Este es un oficio que puede ser revelador -para uno mismo y para los otros- de los misterios de la vida.
-¿Te queda algún personaje soñado para interpretar?
-Si hubiese vivido en Londres hubiera hecho todos los grandes personajes del teatro universal. Pero vivo aquí, y la Argentina me dio todo lo que pudo, no me dio más porque no tiene, y es por eso que no podría irme a vivir a otro lado. Pero sí, me hubiese gustado hacer Macbeth, hacer obras de autores argentinos, como Gambaro, o Cossa, que sólo hice una. Sí hice Un guapo del 900 en cine, pero cuando Eichelbaum se enteró de que yo la iba a protagonizar quiso que me sacaran ¡con un abogado! [se ríe a carcajadas]. Es que yo era sólo un nene lindo, el galán de Mirtha Legrand. Un día iba a filmar en tren y en un asiento al lado de la puerta lo vi a Armando Discépolo, quien la había dirigido en teatro. Me llamó, me senté al lado y me preguntó, muy serio, adónde iba. Tartamudeé que a los Estudios Baires? «¿Qué está filmando?» «Una película sobre una obra de Eichelbaum» «¿Qué película?» «El guapo...» «¿Usted qué personaje hace?» Y yo le dije Ecuménico, por si no se acordaba de que ése era el nombre del guapo. Se quedó mirándome como un minuto, luego giró hacia la ventanilla y no me habló más. Yo me tenía que bajar y no sabía si tocarle el brazo para saludarlo. Entré en la sala de maquillaje y me puse a llorar. «¿Usted no me tiene confianza?», me preguntó Nilsson; fue un ángel.
-Estás lleno de anécdotas del pasado, ¿no tenés con actores contemporáneos?
-Las relaciones en el teatro son muy curiosas, muy intensas durante el tiempo de ensayo y función, pero después cada uno se va a hacer otra cosa y pasa mucho tiempo sin verse. Pero sí, a Nicolás lo quiero mucho, tiene una sensibilidad que hay que cuidar como a la eucaristía. También con Fabián Vena, con Diego Peretti, un actor espléndido, ahora con Joaquín Furriel y Juan Gil Navarro tenemos anécdotas, cosas, pero que todavía no entraron en el mito; falta el tamiz del tiempo para que tome un color de cuento.
Como los que a Alfredo Alcón les gusta contar.
Rey Lear, dir. por R. Szuchmacher.
Nuevo Apolo, Corrientes 1372. Miércoles y jueves, a las 20.30; viernes, a las 21; sábados, a las 20 y a las 23, y domingos, a las 20. De 60 a 120 pesos.











Foto: Juan Mario Roust

25 mayo, 2009

EL BESO DE LA MUJER ARAÑA - OPINIONES


EL BESO DE LA MUJER ARAÑA
de Manuel Puig

Algunas opiniones sobre la puesta de "El beso de la mujer araña", de Manuel Puig, estrenada en El Cubo, el 4 de mayo, con la actuación de Huberto Tortonese y Martín Urbaneja, con voz en off de Horacio Peña y la producción de José Miguel Onaíndia y escenografía y vestuario de Jorge Ferrari, diseño de iluminación de Gonzalo Córdova y diseño sonoro de Barbara Togander. Completan el equipo, Fabiana Falcón, como asistente de dirección, Pablo Wittner y Fernando Madedo como productores ejecutivos. La dirección me pertenece.

Qué cada uno saque conclusiones:


Linkillo

Teatro épico
por Daniel Link
Si hay alguien en Buenos Aires capaz de recuperar el teatro épico tal y como Bertolt Brecht lo codificó a partir de 1927, es Rubén Szuchmacher, director de la puesta actualmente en cartel de El beso de la mujer araña de Manuel Puig (teatro El Cubo).De hecho, la puesta es rigurosamente brechtiana, en este sentido: Szuchmacher ha pedido a los actores que desempeñen el texto con la menor cantidad de inflexiones posibles, sin silencios, sin transiciones, a toda velocidad. El resultado es (como corresponde) extraño: Verfremdungseffekt.Podría objetarse que el texto de Puig no reclama un procedimiento semejante, pero esa objeción es banal: cualquier texto, finalmente, debería ser pasible de ser interpretado en los términos que la contemporaneidad nos reclama. Al principio (una vez que la puesta acaba de concluir) es inevitable sentir como falta el ilusionismo, la potencia afectiva de la pieza, etc... Pero con los días y las noches todo comienza a resonar de otro modo en la cabeza y es como una amplificación ensordecedora que por momentos asusta.Como es sabido que el objetivo del extrañamiento brechtiano es impulsar a los espectadores a la toma de decisiones, no podemos cesar de debatir internamente cuáles son las decisiones que, de nosotros, la pieza de Puig reclama. Mejor homenaje, pienso, no podría hacerse a un texto.Tal vez no sea Tortonese la persona más indicada para encabezar un experimento semejante porque, inevitablemente, muchos espectadores serán arrastrados al teatro por la fama de su encanto irresistible, que lo precede. Pero, en ese caso, y como en el cuento de Kafka, "El silencio de las sirenas", encontrarán que Tortonese tiene un arma todavía más poderosa que su canto, el silencio. Si la atracción es (desde su título) uno de los temas de El beso de la mujer araña, el experimento de Szuchmacher adquiere toda su dimensión y su sentido. Pero, insisto, para eso hay que dejar pasar unos días.


Montaje decadente
por Lucho Bordegaray

El lunes 4 de mayo por la noche estuve en el teatro El Cubo. Se había anunciado para entonces la función de prensa de El beso de la mujer araña, con producción artística de José Miguel Onaindia. Sin embargo, debe haber ocurrido algún error, porque pese a que se anunciaba que dirigía Rubén Szuchmacher, no vi ni vestigios de lo que sospechaba acerca de la dirección de Szuchmacher, y aunque se anunciaba la actuación de Martín Urbaneja, no vi nada del actor que he visto en Bacantes (simulacros de lo mismo), Ciudadela, Las descentradas y Chiquito. Sin embargo, sí pude ver un poco a Humberto Tortonese, el de siempre, siempre su personaje muy por delante del personaje propuesto por el autor.Sí, seguramente ha ocurrido algún error.


La Nación
Reflexiones sobre lo que pasó
En El beso de la mujer araña, los personajes ya no pueden conmover
por Carlos Pacheco


El beso de la mujer araña
Autor: Manuel Puig. Intérpretes: Humberto Tortonese, Martín Urbaneja. Voz en off: Horacio Peña. Escenografía y vestuario: Jorge Ferrari. Diseño de iluminación: Gonzalo Córdova. Música original: Bárbara Togander. Asistente de dirección: Fabiana Falcón. Dirección: Rubén Szuchmacher. En El Cubo (Zalaya 3053). Duración: 60 minutos. Nuestra opinión: buena

Una nueva mirada sobre esta divulgada historia de Manuel Puig promueve serias reflexiones. El beso de la mujer araña posee una trama que hoy resulta poco inquietante. Ese encuentro en la cárcel entre un homosexual y un revolucionario no tiene la intensidad que en su momento tuvo. El tiempo y los cambios en la historia no han distanciado a seres con esas cualidades. Y, si desde un mundo melodramático los viéramos cruzarse, seguramente nos conmoverían, pero seríamos muy piadosos con ellos y no estaría bien.
Rubén Szuchmacher propone tomar distancia de esos seres. Observarlos en su espacio natural, la cárcel, siguiendo unas rutinas que permiten reconocer quiénes son, qué buscan, de qué hablan y, de esa manera, traer a la memoria una década -la del 70- compleja en nuestra historia de país, pero en la que los diferentes terminaban muertos. Desde este presente ver a Molina (el homosexual) y a Valentín (el revolucionario) tiene su interés porque en la puesta de Szuchmacher resultan las mitades de un todo que, si alguna vez estuvieron separadas, hoy sabemos que pueden estar férreamente fusionadas. Hay algo de lo político que se cuela en la puesta y que quizás incomode porque esos personajes no conmueven, sino que simplemente muestran lo que fueron.
Dos actores muy opuestos -en su formación y su camino por la escena- le ponen el cuerpo a esos hombres de manera inesperada. Humberto Tortonese (Molina) asoma sumamente contenido y juega -sin su desparpajo habitual- con una criatura que conoce mucho, en la que confía, pero a la que no le da mayor trascendencia. Martín Urbaneja (Valentín) no carga con pasión a su personaje y esto lo desfigura en la justa medida para que, desde la platea, quienes observamos, reconozcamos que crecimos marcados por las diferencias y esas diferencias, como en la historia de Puig, no permitirán la llegada a buen puerto.
El espectáculo posee una severa intención: no nos riamos con las mariconadas de Molina, no nos pongamos serios con las reflexiones de un revolucionario setentista. Ya no hay espacio para eso.

Pagina 12
Por el amor o por la revolución
por Mercedes Halfon
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5271-2009-05-03.html

Szuchmacher viene de poner en escena a Máximo Gorki, a Arthur Miller, nombres que se escriben con mayúscula en la historia del teatro, nombres del realismo y sobre todo de un cierto clasicismo. No importa. Szuchmacher siempre logra hacer hablar a aquello que parecía enmudecido por el tiempo, puede hacer una maravilla con el Brecht más Brecht o con la pieza más ploma del realismo soviético. Y de pronto, llega a las manos de este director errático, cambiante, un texto de Manuel Puig, un escritor supuestamente no teatral que también hizo teatro. Pronto editorial Entropía va a editar el Teatro completo del escritor y uno podría preguntarse dónde se ubicará ese librote. En los anaqueles de qué, si en los de teatro o junto con sus novelas, porque Puig está más solo que un perro de playa en el teatro, es un autor que no se piensa como teatral, sino como un extranjero tanteando un territorio. Bien por él y lástima por la academia que se pierde tratar de entender, o simplemente disfrutar a Puig que sí es o también es–, pero ¡lo es!– un dramaturgo. Es más: El beso de la mujer araña es desde su primer momento, desde que era una novela y aún nadie la había adaptado, una obra de teatro. Con sus diálogos, con sus personajes antagónicos forzados a mirarse las caras todo el tiempo, y hasta con sus injertos teóricos explicativos y psicoanalíticos, es más teatro contemporáneo que ninguna otra cosa.
Szuchmacher cuenta que su mayor objetivo para la puesta fue “desmariconizar” a Puig. Un trabajo difícil, casi titánico, digno de su ojo y su mano expertos, porque hay que tener en cuenta que esta obra fue y sigue siendo víctima de un mal que Szuchmacher denomina la venganza de Hollywood. Dice: “Sucedió que a esta obra se le ha sobreimpuesto la película de Héctor Babenco que Puig odió, súper hollywoodense, con un William Hurt exagerado que todo el tiempo actúa como diciendo ‘ojo que yo no soy puto’, y la marcó por completo, hizo un proceso a la inversa. Sacarle el contenido maricón era muy complicado”. Trabajar en contra de esa imagen fue la apuesta de Szuchmacher en su abordaje de Puig, y lo hace al despojar al personaje de Molina de aquellas cualidades de mariquita tan subrayadas en las versiones anteriores, y al emparejar las edades de los personajes. Si bien en el texto se da a entender que Molina es un poco mayor que Valentín, el director prefirió que el militante estuviera encarnado por un actor que pareciera de la misma edad que su compañero. El elegido fue Martín Urbaneja, un actor del off con una carrera prominente. Molina y Valentín se convierten entonces en una pareja posible, se alejan de la trillada idea de pareja de marica viejo-chongo joven, abandonan ese lugar común para convertirse en dos que se fusionan en esta puesta, hacia un lugar mucho más inquietante.
La obra consigue volver a un Puig originario. Nos permite escuchar las palabras, lo que aun resuena fuerte, lo tramposo de un texto que parece reproducir formas de habla cotidianas, pero que en realidad inventa un lenguaje lleno de arcaísmos y poesía. No hay costumbrismo en El beso de la mujer araña, sino todo lo contrario: extrañeza, una oralidad inventada, que se aferra a modelos del pasado para reírse, para hacer con ellos otra cosa, bricolage pop, cinefilia emocionante, telenovela burlesca. Lo que hay es un encuentro de discursos de época, el del militante y el del gay, que construyen algo demodé, algo hermosamente “fechado”. Estamos hablando de una obra donde al final hay un beso entre dos hombres, una imagen emblemática, que tuvo un impacto a fines de los ‘70 difícilmente traducible al día de hoy. Aunque, como dice Szuchmacher: “Ese beso no está planteado de manera escandalosa, sino que va de costado hacia ese lugar. Pero ver en ese momento a dos hombres besarse no es verlos hoy. Hoy es algo irrelevante”.
Pero desmariconizar no es borrar las marcas de sexualidad de la obra, sino acentuar ese encuentro singular, forzado pero interesante, ese amor diferente e incierto. Szuchmacher da una idea clave: “Toda la obra es sobre si alguien es capaz de hacer algo por otro, sin pedir nada a cambio. Puig escribió eso. Si uno escucha correctamente la obra, escucha eso”. Y ahí es donde El beso de la mujer araña, la imagen mental que se crea cuando uno lee la novela o la imagen real cuando uno ve a Tortonese-Urbaneja arriba del escenario, sigue hablándole al presente: “Molina ayudándolo a limpiar la caca al otro. ¿Cómo a Puig se le ocurre esa escena tan increíble? Que alguien se cague en el escenario. Esa es la situación más ominosa que le puede pasar a una persona. Y si uno va y ayuda al otro en ese momento es el acto de amor más grande. Todo el sistema de traición que hay en la obra parece importante, pero en el fondo no lo es. Finalmente son dos personas haciendo algo sin esperar nada a cambio. Por el amor o por la revolución, son dos personas que se resisten a la traición”.
Molina y Valentín se resisten al paso del tiempo.

29 marzo, 2009

SOBRE EL FIBA - REPORTAJE EN MONTAJE DECADENTE

Reportaje publicado en Montaje Decadente

por Lucho Bordegaray
Sábado, 7 de marzo de 2009

http://montajedecadente.blogspot.com/2009/03/reportaje-ruben-szuchmacher-director.html


(Versión completa del reportaje publicado en la edición 125 de la revista Llegás a Buenos Aires.)



Corría la segunda mitad de 2007. A medida que se acercaba su asunción, el entonces electo jefe de Gobierno, Mauricio Macri, no acertaba en definir al titular del Ministerio de Cultura; sus desatinos incluyeron descartar a Ignacio Liprandi por una maniobra inventada en las mismas filas del Pro y proponer a un “exitoso” del mundo editorial con cientos de libros de cocina y de autoayuda en su haber llamado Luis Rodríguez Felder, destrozado en cuestión de horas por izquierda y por derecha. Finalmente, el elegido fue el ingeniero Hernán Lombardi, empresario del turismo. Estaba así en marcha la añorada fusión entre cultura y turismo, quizás originada en cabezas peregrinas que sólo consumen cultura cuando pasean por París.Una de las primeras decisiones de Lombardi (a su vez una de las pocas acertadas que puede ostentar desde que asumió) fue la remoción de Graciela Casabé como directora del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), quien ejercía esa función desde el inicio del festival. Y en su reemplazo nombró a Rubén Szuchmacher. Así, tras un decenio de vida y seis ediciones, el FIBA dejaba de estar en manos de empresarios (Casabé venía de gestionar el ya mítico espacio Babilonia junto a su socio Javier Grossman) para ser guiado por un hombre de teatro del que vale enumerar algunos puntos de su recorrido: se formó en actuación, música, danza y dirección; estudió Psicología Social; actuó en teatro y en cine; se desempeñó como régisseur en muchas óperas y como director teatral tanto en el circuito independiente como en teatros comerciales y estatales; tiene una vasta trayectoria como formador tanto de actores como de directores, y es profesor Gestión en Artes Performáticas en Universidad de San Martín; fue director artístico del Centro Cultural Rojas, y coordina el espacio teatral Elkafka. Antecedentes no le faltan; sin embargo, y paradójicamente, no pocas voces del quehacer cultural y en particular del mundo teatral cuestionaron tanto la remoción de Casabé como la aceptación de Szuchmacher de un cargo en una administración que poco de bueno auguraba en esas áreas, pero aquellas declamaciones presuntamente “progres” estaban fogoneadas tanto por algunas personas beneficiadas una y otra vez por la directora saliente como por una intelectualidad de errática filiación y nula capacidad estratégica. Pero ya conocemos la canción: siempre es fácil ser principista –si no fundamentalista– con el cargo que le ofrecieron a otro. Cuando el 8 de enero de 2008 se presentó en conferencia de prensa al nuevo director junto a su colaborador, Alberto Ligaluppi, algunos dichos de ellos ya trajeron suficiente aire como para mirar con simpatía –si no optimismo– su flamante gestión: “Uno de los desafíos que tenemos por delante es cómo hacer para que el festival mantenga su lado de excepcionalidad: algo que se remarque como distinto de lo habitual, en una ciudad en donde lo habitual es muchísimo”; “Nuestra idea es comenzar a buscar en las tramas urbanas de esta y de otras ciudades, y por fuera del circuito de festivales”; “Los festivales son muy importantes para los artistas, para que encuentren allí un lugar de diálogo, de tensión”; “Pensamos en una incorporación mayor de la producción local y una mirada mayor sobre la escena del interior del país y también de la región, volver a hacer aparecer la región latinoamericana”. Un año más tarde, con definiciones claras y un proyecto encaminado, ya es momento de sentarse a charlar con Szuchmacher.
–En tus primeras declaraciones como director del FIBA dijiste que era un desafío pensar un festival para volver a sorprender en una ciudad que llega a tener quinientas obras en cartel. ¿Cómo estás resolviendo ese desafío?
–En principio, la reducción de la duración del FIBA, no queremos que se eternice, por lo que dura exactamente 14 días, del 5 al 18 de octubre. La concentración impide que se diluya la energía, cierto grado de excepcionalidad que debe sentir el espectador y las compañías que vienen, que trataremos se queden la mayor cantidad de tiempo, y estamos trabajando sobre cómo se vincula la gente entre sí, que es el otro punto."Además, por primera vez abrirá el festival una obra argentina. Y será un festival en el que no se podrá ver todo; la idea es que no es posible, hay que elegir. La idea de elegir va a llevar a que la gente indague sobre las propuestas. Hasta ahora el festival había propuesto el impacto de algunos nombres famosos, tanto en danza como en teatro, y unos pocos espectáculos a los que sólo el medio teatral accedía.
–Otra de las primeras preocupaciones que expresaste fue que el FIBA también sea un acontecimiento para la gente de teatro, como espacio de tensión y diálogo. ¿Qué hay pensado para favorecer ese aspecto?
–Aunque todavía es algo incipiente, estamos organizando las relaciones entre las compañías extranjeras y las locales. A través de workshops específicos que exigirán de alguna manera concursar para acceder a ellos, ya que tendrán un costo mínimo. El FIBA tiene sentido en la medida en que genere mayores tensiones y mayores discusiones e inquietudes respecto de lo teatral desde el punto de vista estético. Por eso hay que hacer que tanto el público como los artistas participen de este fenómeno, que el publico pueda comparar y los artistas puedan reflexionar."Y estamos poniendo particular énfasis en lo que se llamaría punto de encuentro; ahí hay todo un trabajo de producción para que los elencos se encuentren. Aquí hemos tenido dos experiencias: en el San Martín, que cerraba en su horario habitual y dejaba fuera toda posibilidad de encuentro luego de las funciones, o en el Centro de Exposiciones, que se armó una disco, y la ciudad está llena de lugares para ir a bailar, pero no para dialogar sobre teatro. No olvidemos que en Buenos Aires está rota la cultura del café, por lo que hay que crear condiciones para el encuentro y la charla, que ahora sucede en los blogs, en los foros de internet, sucede sin los cuerpos… Y la posibilidad de encontrarse con las personas tiene que ver también con la democratización de quienes están en el festival: estamos buscando la manera en que todos puedan tener los datos de todos, porque no queremos que esa información siga siendo secreta, como lo fue hasta la última edición del FIBA."También hay que aclarar que los workshops serán actividades fuertemente subvencionadas, y el precio de las entradas será accesible: los espectáculos internacionales no tendrán un costo superior al de una entrada al Teatro San Martín. No se va a diferenciar en términos de que el espectáculo que para traerlo costó más caro tendrá entrada más cara, y el más barato tenga entrada mas barata, porque eso confunde y, en parte condiciona a creer que algo es superior porque cuesta más. A la vez, habrá una política de descuento para docentes y estudiantes de teatro que se acrediten como tales. Y esto se puede hacer porque la idea no es el recupero económico, sino que el objetivo del festival es mejorar la calidad del teatro de la ciudad.
–Como hombre del teatro porteño, ¿creés que ese fue el objetivo de las ediciones anteriores del FIBA?
–El modelo que tuvo el FIBA (que fue dirigido por una productora que a su vez tenía una empresa productora de espectáculos a nivel internacional) le dio una marca: el festival promovía la salida de espectáculos al exterior. A partir de ahí había ciertos negocios por parte de personas cercanas a la dirección que iban a manejar algunas obras que habían visto los curadores internacionales. El concepto era eso: el FIBA como vidriera, como showcase para que la gente vea y lleve, lo cual es muy distinto a promover la cultura argentina en el exterior. No es lo mismo que una feria industrial, por eso creo que hay que hacerlo de otra manera."No vamos a hacer una reunión de curadores con los artistas, porque nos parece mentira. Hay que dejar que la gente que viene de afuera ande suelta por la ciudad y que haga lo que quiera. Nosotros podemos ayudarlos a llegar a distintos lugares, pero no más que eso, no la cosa compulsiva de subir a los curadores a una combi y llevarlos de un lado a otro. Al curador que viene le habilitamos la programación del festival, pero también toda la cartelera porteña. De hecho, en la hoja de promoción del festival aparecerá toda la cartelera porteña de esas semanas, para que se entienda que es parte de la actividad teatral de la ciudad, y que las obras que no hayan sido elegidas también existen. (De paso, te cuento que vamos a tener un catálogo que ofrezca una elaboración más conceptual de lo que se presenta, para que el público tenga elementos para elegir, pues el FIBA nunca tuvo catálogo, sino una especie de hoja de ruta o de promoción que era tenida como el catálogo.)"Como contraparte, lo que sí vamos a hacer es habilitar cómo contactar a los curadores, en tal hotel y su mail. El que quiera pedir la información, la tendrá, porque la información estará absolutamente democratizada.
–Circula la versión de que cuando asumiste la dirección del FIBA te encontraste con una oficina vacía.
–Cuando yo llegué ya se habían redistribuido los lugares, así que no llegué a la misma oficina en que antes estaba la dirección del FIBA. De todos modos, muchas de las cosas las había aportado Graciela Casabé a través de Babilonia porque no se habían podido inventariar. Y no es lo más trascendente, porque lo que importa no tiene que ver con lo material: yo me encontré con un vacío conceptual, y eso me parece lo más grave."Lo cierto es que yo llego y no hay nada. Además de que no hay nada excepto algunas cajas con dvds y videos sin ninguna catalogación, no hay nada de información (quienes se fueron alegan que se les ordenó vaciar las computadoras), por lo cual es imposible hacer un recorrido porque no fue dejada ninguna instancia histórica que dijera “esto es el FIBA” y que permitiera saber desde donde yo sigo. En cualquier lugar, aunque cambien curadores y directores, uno tiene el registro de lo que hubo. Pero en el FIBA no hubo ninguna preocupación archivística, por lo que una de las primeras cosas que mandé a hacer es la reconstrucción del FIBA; ya tenemos reconstruidos los programas internacionales, y ahora nos toca lo nacional, que es mas fácil porque la gente está acá, y vamos a hacer packs con lo que se pueda recuperar de cada una de las seis primeras ediciones del FIBA. Había un FIBA, pero ¿qué era el FIBA? Era lo que uno recordaba que había. "No podemos rearmar quiénes vinieron desde el primer FIBA hasta el último, y los curadores invitados no están registrados en ninguna parte: yo tenía una lista porque el actor me había pasado una lista de los curadores, cosa que no se podía hacer porque era como un secreto de estado para que nadie tuviera contacto con ellos."Todo eso para mí es gravísimo, es comerse lo que uno va haciendo sin dejar ningún registro del recorrido. Tampoco desde lo administrativo tengo manera de seguir la historia; pude tener acceso a los gastos del último FIBA, pero no pude hacer una proyección desde lo económico que lo abarcase desde el inicio. No había convenios, y nosotros hicimos un convenio con el INT, creamos un premio, armamos un programa para que a las bibliotecas de la ciudad lleguen textos teatrales en sus idiomas originales gracias a acuerdos con las embajadas. Así se va haciendo la idea de una estructura, aunque uno después vaya a contradecirla y cambiarla."Lo que encuentro es que Casabé no deja rastros. Ese es el tema, ese es el vacío. Hubo un festival que en sus seis ediciones tuvo momentos muy buenos, hay que reconocerlo, pero a costa de un enorme personalismo y con ninguna idea de lo público. El problema más serio de la gestión Casabé es cómo la idea de productor privado condicionó todo con su mirada de mercado y con el sentido de que el productor es un distribuidor. Al punto de que hay ciertos creadores que deberían haber estado en la Argentina en su momento pero que no entran porque no había forma de volverlo recíproco con otro, porque para traer a alguien de Brasil era necesario llevar para allá a uno equivalente, y si eso no se daba, el de Brasil no venía. Por ejemplo, hasta ahora Brasil vino al FIBA gracias a una relación muy intensa que con ese país tuvo Casabé, intensa en términos económicos, ya fuera entre la gente de los festivales y productores privados brasileños o bien entre ellos como productores privados y los estados brasileños. De hecho, Carlos Villalba es socio de Casabé y Grossman y con él han realizado los eventos Porto Alegre-Buenos Aires. Lo grave tiene que ver con eso. Yo no pretendo demostrar desfalcos ni señalar delitos de alguien no los produjo, pero creo que es un grave problema cuando no se comprende qué es lo público."Otra cosa que me parece interesante señalar es que, ante las dificultades del sistema público, la dirección anterior creó unos mecanismos perversos respecto de la utilización de la plata que es una manera de zafar para tratar de lograr algo. La típica era contratar gente que no tenía ninguna tarea en el festival y luego pedirle la plata. De esto tengo pruebas. En sí mismo no es un delito, porque no se trata de malversar fondos: era un método para obtener dinero que se gastaba en el festival, por ejemplo, pagando un viaje para el que no se había logrado que el estado diera el dinero. Pero esos procedimientos que supuestamente agilizan, en el fondo demuestran que en ningún momento reflexionaron acerca del funcionamiento de lo público. En nuestro país existe el mito de que la empresa privada es más eficaz que lo público, pero cuando uno está en el campo de lo público, uno tiene que reflexionar trabajando desde esa instancia. Y lo público es también sus procedimientos. Eso me entusiasma mucho del trabajar para el Gobierno de la Ciudad: todas esas veces en que uno llega a un absurdo, y cómo llegar a lo deseado no por izquierda, porque ahí estas alimentando más al monstruo, sino ir hasta el fondo y ver como el mismo sistema entra en colapso cuando lo amenazás con un “Si no se soluciona, hasta acá llegamos”: así le quitás el alimento y, de alguna manera, para seguir funcionando, aparece la racionalidad. Porque hay una racionalidad en todo eso, lo que pasa es que esta desmadrado. No es una cosa loca porque sí, no es cualquier cosa, pero las internas, los nichos de poder, la desidia, todo va generando ese monstruo. Pero no hay que zafarle: hay que lanzarse encima de eso. Y no es un desgaste, porque es parte de la cosa pública; uno tiene que saber que lo público viene con eso incorporado. La otra es creer que voy a transformar lo público en algo privado, pero este es un estado, no una empresa.
–¿Tuviste real apoyo del Gobierno de la Ciudad?
–Contrariamente a cualquier tipo de pronóstico que se planteaba, el Ministerio de Cultura ha hecho una apuesta en los festivales. En lo personal, sacando problemas administrativos que son propios de cualquier organización estatal –que te ponen un poquito nervioso y te dan ganas de matarlos a todos, pero que es estructural al funcionamiento, está hecho desde tiempos inmemoriales para joder–, no he tenido ninguna interferencia en mi trabajo. Lo cual no significa que tenga contacto con Macri ni que me anden palmeando el hombro. Sólo tengo comunicación con quienes son mis superiores: yo soy un director que depende de la directora de Festivales y Eventos Especiales.
–Te escucho hablar y pienso que, para eso a lo que llamamos “macrismo”, la cultura es para el turista, el apoyo es para lo que viene desde afuera o para mostrarnos ante los extranjeros. Esa obsesión de querer agradar y quedar bien con los de afuera, aunque el patio trasero se les esté inundando.
–A mí me parece que fuimos a parar a una repartición en donde hay una especie de coincidencia programática; a partir de ahí nadie se está metiendo con esto, nadie me está jodiendo con esto. El único pedido fue que hubiera algo relacionado con la convocatoria más popular, algo callejero, y lo resolvimos con un programa de cine en las plazas: en determinadas plazas de la ciudad, no céntricas, se va a presentar el Programa Hamlet, una zambullida en todos los Hamlet que el cine produjo. Hamlet es del teatro, no del cine, pero el cine ha producido mucho Hamlet. "Quizás ese pedido se haya originado en que desde lo político se necesita justificar más el número que la calidad. En relación a esto hay que recordar que el FIBA siempre está en año electoral, y aunque es muy difícil competir con el fascinante mundo de la política (esto entre comillas), de todas formas busca un espacio ante la canibalización de la lucha política que genera obras más intensas que Hamlet. Por eso, otra de las cosas que hemos trabajado como estrategia es pasar a los años pares para evitar competir con las campañas electorales y su dramaturgia y su estética que son socialmente más atractivas que cualquier otro evento que se pueda ofrecer. El octavo FIBA será en 2010; el ministro Lombardi lo sabe, pero en abril hay que empezar todo el trámite administrativo para que ese presupuesto pase al año 2010, vía Legislatura.
–¿Qué podés anticipar de la programación?
–Es difícil contar en este momento. Pero puedo decirte que habrá alrededor de 20 obras en la programación internacional. El criterio tiene que ver con que la curación se ha hecho sobre algo del pensar, por lo que se los elegidos son espectáculos que no tienen fama por fuera de su propio valor teatral, que nos interesaron por su ubicación dentro de su sociedad, y no por su condición festivalera, aunque hay algunas obras que sí han participado de festivales. Nosotros no elegimos en festivales, sino en las ciudades. Y la idea es trabajar con una curación tanto internacional como nacional que no apele al cholulismo. Así, se presentarán compañías de Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil, Mozambique, Corea, Hong Kong, Taiwán, Alemania, Bélgica, Francia, Italia, España, Polonia y la República Checa."De la Argentina habrá unas 30 obras. Hemos hecho un convenio con en Instituto Nacional del Teatro, y vendrán 8 obras del interior del país. Además, va el ciclo Decálogo entero, que es lo único en donde no tenemos incidencia directa sobre la curación de los artistas, pero nos parece que como proyecto es importante, a la vez que una manera de incluir la participación de Iberescena, y es lo único en donde no tenemos incidencia directa sobre la curación de los artistas, pero nos parece que como proyecto es importante."Que no esté aún todo resuelto se debe a que seguimos recibiendo material hasta abril. Por supuesto que hay espectáculos que ya tenemos decidido que estarán en la programación, pero no por eso la programación está cerrada ni mucho menos completa la selección local. La idea ha sido trabajar con una curación en lo nacional que, así como en lo internacional no apelamos al cholulismo, tampoco apelar al cholulismo local. Menos llenar la grilla por llenarla.
–Por último, ¿qué es para vos ser director del FIBA?
–Para mí, estar en el FIBA es claramente hacer política; no es un laburo técnico, es política, y como toda acción política es trabajar en las relaciones entre las cosas y entre las personas, y eso es lo que más me entusiasma. De alguna manera, estamos tratando de sanear las relaciones en el festival: la de los artistas extranjeros con los nacionales, con la gente de las salas, con los periodistas, tratando de que las relaciones sean mucho más dinámicas, porque cuando no son el problema, entonces sí puede producirse la cosa por la cual nos relacionamos. Las relaciones están muy rotas y por eso la cosa, la que sea, queda siempre atrás. Hay que sanear las relaciones para que no sean el tema, y creo que la política debe ocuparse de eso.Y al haber dicho esto, me comprometo a mirar lo que quedó después del festival, tomando este reportaje. Porque ahora viene bailar con todo esto, y en ese “todo esto” hay cosas que ya están y otras que son anhelos por los que seguiré peleando políticamente.

En la edición de 109 de Llegás a Buenos Aires, anticipando el VI FIBA (y luego, de manera ampliada, en este blog) señalé lo que a mi parecer estaba limitando tornando cuestionable ese importante evento. Siendo consecuente con ese pensamiento, vi con agrado el cambio en la dirección. Y muchas de esas cuestiones parecen haber sido encaradas y modificadas por la actual dirección.Como nunca me calzo la careta de la objetividad, puedo afirmar que el FIBA en manos de Rubén Szuchmacher me despierta entusiasmo. El lunes 19 de octubre, una vez finalizado el festival, podremos evaluar cuánto asidero tenían mis expectativas.

Lucho Bordegaray

06 febrero, 2009

TALLERES DE RUBEN SZUCHMACHER 2009


Hall del Dramatiska teatern (Dramaten) en Estocolmo, Suecia, 2009. Foto: R.Sz.
Rubén Szuchmacher comunica la inscripción para sus Talleres 2009 que se brindan en Elkafka espacio teatral, Lambare 866, Te: 54-11- 4862-5439
Correo electrónico: elkafkacursos@netizen.com.ar


TALLER DE PUESTA EN ESCENA
Coordinadores: RUBÉN SZUCHMACHER y GRACIELA SCHUSTER
Destinado a actores, directores, músicos, plásticos, escritores, críticos, etc.
Curso anual de marzo a noviembre.
Requisito de inscripción: Envío de currículum a elkafkacursos@netizen.com.ar y entrevista a concertar.
Arancel: $250.-
Horario: Jueves de 11:00 a 14:00
Iniciación: 19 de marzo de 2009
Programa:
1. Descripción y análisis del objeto Puesta en escena.
Las formas teatrales: El teatro, el teatro musical, la ópera, la danza.
Artes que intervienen en la puesta en escena.
Literatura, plástica, música y arquitectura.
Interrelación.La información a través de las artes.
2. Lo literario. La dramaturgia. El texto dramático
Lo narrativo. La acción como unidad narrativa. Ejercitación.
Análisis de texto dramático. Análisis del texto no-dramático.
3. Lo Arquitectónico. Espacios virtuales, espacios reales.
Aspectos denotativos y connotativos de los espacios.
4. Lo visual. Los materiales. Las texturas. Los colores. Las formas.Los volúmenes. La luz. Las líneas. La escenografía. Ejercitación.
5. El sonido. El texto como sonido.Tres parámetros: altura, velocidad, intensidad. Combinatorias. La música en el teatro. Problemas del sonido conocido. Ejercitación.
6. El discurso de la puesta en escena. La práctica: Trabajo sobre textos. La dirección de actores.


SEMINARIOS TEMÁTICOS del TALLER DE PUESTA EN ESCENA
Coordinadores: RUBÉN SZUCHMACHER y GRACIELA SCHUSTER
Destinado a todos aquellos que hayan cursado por lo menos el Primer año del Taller de Puesta en Escena.
Requisito de inscripción: Entrevista a concertar
Arancel: $250.-
Horario: Miércoles de 11:00 a 14:00
Iniciación: 1º de abril de 2009
Programa: Puesta en escena sobre textos dramáticos y sobre textos escritos por los propios participantes.
Análisis y práctica de la dramaturgia, el espacio, lo visual, lo sonoro, la actuación.


ENTRENAMIENTO ACTORAL
Coordinación: RUBÉN SZUCHMACHER y FRANCISCO CIVIT
Destinado a estudiantes de teatro avanzados y actores
Horario: Lunes de 19:00 a 22:00
Taller Primer cuatrimestre: comienza el 23 de marzo de 2009
Requisito de inscripción: Envío de Currículum a elkafkacursos@netizen.com.ar y entrevista previa a concertar.
Arancel: $250.-
Temas: El texto como materia. Correspondencia texto- cuerpo – pensamiento.
La acción en la palabra.
La forma de la palabra y su ritmo.
Entrenamiento con textos de Tragedia Griega y Siglo de Oro Español.
Durante este cuatrimestre se trabajará además textos de autores no dramáticos: Borges, Ocampo, Bioy y textos dramáticos de románticos alemanes: Schiller, Goethe, Büchner

07 enero, 2009

ENTREVISTA EN AMERICA VIVA, revista digital


Esta entrevista salió publicada en AMERICA VIVA, el portal de la cultura latinoamericana






ARGENTINA:
Entrevista a Rubén Szuchmacher, director de teatro.

"La obra refleja mi enojo por el fracaso de un país".
Rubén Szuchmacher es actor, director y gestor teatral argentino de dilatada trayectoria. Presenta en Santiago de Chile la obra Hijos del Sol, en el marco del Festival Internacional Santiago a Mil.
Por Patricia Herrera S.


Francisco Civit, Andrea Jaet, Karina Antonelli, Pablo Caramelo, Javier Rodríguez e Irina Alonso







Te presentas en esta oportunidad en Santiago con "Hijos del Sol" una obra de 1905 del dramaturgo ruso Máximo Gorki, que es una obra de critica social, hacia los intelectuales de un país. ¿Por qué decidiste montar esta obra?
Máximo Gorki es conocido por obras como Pequeños burgueses, Bajos fondos y por su novela La Madre. Hijos del Sol es una de las obras menos conocidas de él, precisamente porque muestra una visión crítica con respecto al pensamiento progresista de izquierda de esos años. Uno de los motivos para elegirla, además de lo que tiene que ver con la cantidad de actores, de lo que ya hablaremos más adelante, tiene que ver con cierto enojo que yo tengo en este momento, parecido al que pudo tener Gorki con los revolucionarios de 1905. En relación a ese bla bla de creer que entendemos la realidad y el mundo y luego a la hora de hacer algo, las cosas no cambian. En mi país, el progresismo como el de la obra, fracasó; y estoy enojado con ese fracaso. Yo creo que el fracaso no fue como lo que pasó en la época de la dictadura que nos reprimieron con armas y desapariciones, el progresismo posterior a ese periodo fracasó por sus propias limitaciones, por no poder pensar una idea de país más justo donde devino corrupto. La obra es eso, es una invitación a pensar que de nada sirve sólo el discurso, hay que llevarlo a la práctica, no puede ser que una epidemia de cólera (como se muestra en la obra) deje a la gente sin ningún tipo de arma para enfrentarla. Los personajes, los intelectuales, se asustan con esto, creen que la gente pobre es horrible y finalmente no se entiende nada de lo que se tiene que entender. Gorki se anticipa con esta obra a algo que en general la misma izquierda no entendía en su época, la obra resultaba extraña, ahora es posible ser escuchada y entendida.

¿Tú crees que así como Gorki se adelantó a una revolución, a un estallido popular, nos encontramos actualmente en una situación parecida?

Yo creo que si, pero no sé para donde vamos, no tengo ningún pronóstico, yo creo que la caída del capitalismo a manos del propio capitalismo inevitablemente va a llevar al mundo hacia algún lugar, a algo que no conocemos actualmente. El momento que ahora estamos viviendo de caída del capitalismo me atrevo a decir, -es un atrevimiento lo que voy a decir-, de una caída del paradigma económico fundamental. Que hay después de esto, no sé, pero que viene algo distinto, viene. Puede ser mucho mejor o peor, no lo sé.


¿Tú dirías entonces que Hijos del Sol tiene una vigencia muy fuerte y en cierto sentido es premonitoria?


Digamos que si, yo creo que en algún punto la obra puede tocar algo que hoy por hoy el espectador contemporáneo ve como parte de sus preocupaciones. El teatro llega hasta cierto punto, propone temas, que si el público quiere lo toma y reflexiona si tiene ganas, el teatro no puede ir más allá de eso.

Esta es una obra de teatro independiente que cuenta con la participación de 19 personas en escena, algo excepcional para el teatro por la gran cantidad de actores, cuéntanos un poco sobre esta compañía, como ha sido la gestación y continuidad de esta obra.


Si, en realidad es algo excepcional, sobre todo viniendo de un país como Argentina que no tiende a preservar los grupos actorales. Antiguamente en Latinoamérica los grupos teatrales tendían a conservarse, pero el mercado, la TV y el cine fueron rompiendo esto, aparecieron algunos elencos oficiales que eran pagados por el estado, pero también dejaron de existir. La idea de la grupalidad está puesta en crisis, las dictaduras pusieron en crisis la grupalidad, la solidaridad. Nosotros hemos venido trabajando juntos desde hace 10 años más o menos, varios actores de los que están aquí trabajaron en el año 99 en una versión que hice de Galileo Galilei, de Brecht, y se ha dado una sucesión de espectáculos: seis actores de los que están aquí trabajaron en "El Siglo de oro del peronismo" que ganó el Premio Ace de Oro de la Asociación de críticos de espectáculos, luego, con algunos más, hicimos Las Troyanas.
La característica de esta compañía es la gran cantidad de actores, hemos podido hacer teatro independiente de esta manera, que en Argentina es más común para los espectáculos públicos, oficiales. Otra característica del grupo es que todos en algún momento de su trayectoria entrenaron conmigo. Esto permite que tengamos un código común a la hora de trabajar, ha habido un tiempo previo. La gente ya viene a trabajar conmigo formada, no es que hayan partido de cero. Por ejemplo, Pablo Caramelo, el protagonista de la obra, es ayudante mío en las clases de actuación y es profesor en la Escuela nacional de teatro, junto con Francisco Civit, el que hace de pintor en la obra, que también es profesor en el ElKafka espacio teatral.
Intentamos generar un código común de trabajo, lo que no es frecuente cuando las compañías tienen más de 5 actores, ya con el sexto actor siempre hay problemas. Es difícil mantener una compañía por el tema económico principalmente, por lo que yo soy flexible en este sentido, si alguien tiene un proyecto afuera, lo hace, aún cuando con esta obra nos ha ido bien, fue estrenada en abril del año pasado (2007) con un promedio de tres funciones por semana. En este momento estamos preparando dos proyectos más.







Pablo Caramelo e Irina Alonso








Además de dirigir, tú haces docencia y eres actor, ¿sigues con la actuación?

En 2007 filmé una película (Mentiras Piadosas, de Diego Sabanés), pero mi labor principal en este momento es la dirección.

¿Dirigir es lo que más te gusta?

No, a mi actuar me gusta muchísimo, pero me exige una detención, un cuidado sobre mi mismo que no estoy en condiciones de poder darle a la actuación en este momento. Yo además dirijo un festival internacional de teatro (el Festival Internacional de Buenos Aires, FIBA) y dirijo un espacio teatral (Elkafka), coordino la carrera de dirección en el IUNA (Instituto Universitario de Arte), soy profesor de tres maestrías, hago clases en instituciones públicas y privadas también. Actuar y dirigir son para mí dos placeres diferentes, que se complementan, no podría dejar ninguno de los dos.

¿Que te ha parecido Santiago a Mil, la respuesta del público hacia Hijos del Sol?

El público me ha parecido fantástico, ha sido muy receptivo, muy bueno. Es muy bueno poder aportar diversidad a la cartelera santiaguina. En Argentina, enero es una época muy rara para hacer teatro, allá seria impensable.

En Santiago ya es una tradición, enero es sinónimo de teatro...

Para nosotros enero es para la playa. Entonces me parece muy interesante. Este festival fue muy generoso con nosotros, porque se la jugó por una obra que ningún festival se la hubiera jugado...

¿Por qué?

Por el hecho de traer 19 actores, 24 personas en total, porque no tuvimos ningún apoyo del gobierno argentino, cuando Carmen Romero (de Santiago a Mil) nos invitó, ella siguió adelante y quiso traer la obra a pesar de no contar con el apoyo que pensamos íbamos a tener desde Buenos Aires.

Tú, como mencionabas, eres además director artístico del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), que es organizado por el Ministerio de Cultura de Buenos Aires y director de ElKafka espacio teatral, cuéntanos un poco sobre la situación del teatro argentino actual y como lo ves a futuro.

Bueno, este es un tema largo de conversar. Buenos Aires, porque Argentina es otro tema, Buenos Aires, tiene desde hace muchos años tres circuitos muy bien establecidos, que son el circuito privado, o sea comercial; los teatros públicos y el circuito independiente. Antes tenían definiciones muy claras, el teatro independiente era muy ideológico, muy artístico. Hoy ocurre un fenómeno muy interesante y muy tremendo, el teatro público empezó a decaer, porque dejó de haber una política estética clara.

¿Desde cuando ha pasado esto?

Los últimos 8 años más o menos, y es porque no ha habido recambio en las generaciones. Hay, eso si, una enorme actividad en el teatro independiente, muchas salas de teatro, mas de 180 salas pequeñas de 20 o 30 espectadores, hay una especie de fervor, que en un primer momento fue fantástico, pero que ahora está mostrando su falta de técnica, tanto de la infraestructura de los teatros como de los actores. Se ha ido deteriorando lentamente. En otras sociedades como Chile o Uruguay, empezaron a tomar algo de esto, pero con gente mejor preparada. Hay una decadencia de la Argentina, de Buenos Aires que también se nota en el teatro. Buenos Aires siempre ha sido una ciudad muy teatral, la ciudad con más teatro de Latinoamérica y cuando el teatro decae se nota más que en otras partes. Ha tenido otras épocas de caídas estrepitosas y auges muy grandes también. En los años 30 por ejemplo, se produjo una banalización del teatro, entonces aparece el teatro independiente, pero muy incipiente.
Esta es una visión personal, otras personas van a tener una visión más optimista, pero creo que es un momento de decadencia de una modalidad de hacer teatro, en la que desaparece el director, a manos de las personas que escriben y dirigen sus propias obras, esa desaparición del autor como entidad. Estos fueron buenos como experimentos en un momento, con ejemplos fantásticos, pero cuando esto pasa a ser una moda, se comienza a degradar.
Aparece una dramaturgia y una temática, por ejemplo de las familias disfuncionales, yo le digo a esto el efecto Coleman, que ha sido la obra mas conocida, ("La omisión de la Familia Coleman", de Claudio Tolcachir) que se puso como una moda, mostrando siempre alguien disfuncional en la familia, los primos o los sobrinos, es una mirada muy restringida de un momento, mientras el país se cae a pedazos y a mi lo único que me importa en una obra de teatro es que llegó mi primo del campo. Hay una banalización muy grande en las temáticas, un ombliguismo, no ver más allá. Ésta, en realidad (Hijos del Sol) no es una obra muy política, es una obra organizada y pensada por un autor muy bueno, que tenía algo que comunicar y con técnica, por eso me sorprende cuando dicen que es una obra muy política.
Por eso digo que estoy enojado con mi país porque creo que es momento que comencemos a mirarnos entre nosotros en cuanto a las responsabilidades como nación.




Pablo Caramelo, Karina Antonelli e Irina Alonso





AmericaViva, Enero 2009.