Esta entrevista salió publicada en AMERICA VIVA, el portal de la cultura latinoamericana
ARGENTINA:
Entrevista a Rubén Szuchmacher, director de teatro.
"La obra refleja mi enojo por el fracaso de un país".
Rubén Szuchmacher es actor, director y gestor teatral argentino de dilatada trayectoria. Presenta en Santiago de Chile la obra Hijos del Sol, en el marco del Festival Internacional Santiago a Mil.
Por Patricia Herrera S.
Por Patricia Herrera S.
Francisco Civit, Andrea Jaet, Karina Antonelli, Pablo Caramelo, Javier Rodríguez e Irina Alonso
Te presentas en esta oportunidad en Santiago con "Hijos del Sol" una obra de 1905 del dramaturgo ruso Máximo Gorki, que es una obra de critica social, hacia los intelectuales de un país. ¿Por qué decidiste montar esta obra?
Máximo Gorki es conocido por obras como Pequeños burgueses, Bajos fondos y por su novela La Madre. Hijos del Sol es una de las obras menos conocidas de él, precisamente porque muestra una visión crítica con respecto al pensamiento progresista de izquierda de esos años. Uno de los motivos para elegirla, además de lo que tiene que ver con la cantidad de actores, de lo que ya hablaremos más adelante, tiene que ver con cierto enojo que yo tengo en este momento, parecido al que pudo tener Gorki con los revolucionarios de 1905. En relación a ese bla bla de creer que entendemos la realidad y el mundo y luego a la hora de hacer algo, las cosas no cambian. En mi país, el progresismo como el de la obra, fracasó; y estoy enojado con ese fracaso. Yo creo que el fracaso no fue como lo que pasó en la época de la dictadura que nos reprimieron con armas y desapariciones, el progresismo posterior a ese periodo fracasó por sus propias limitaciones, por no poder pensar una idea de país más justo donde devino corrupto. La obra es eso, es una invitación a pensar que de nada sirve sólo el discurso, hay que llevarlo a la práctica, no puede ser que una epidemia de cólera (como se muestra en la obra) deje a la gente sin ningún tipo de arma para enfrentarla. Los personajes, los intelectuales, se asustan con esto, creen que la gente pobre es horrible y finalmente no se entiende nada de lo que se tiene que entender. Gorki se anticipa con esta obra a algo que en general la misma izquierda no entendía en su época, la obra resultaba extraña, ahora es posible ser escuchada y entendida.
¿Tú crees que así como Gorki se adelantó a una revolución, a un estallido popular, nos encontramos actualmente en una situación parecida?
Yo creo que si, pero no sé para donde vamos, no tengo ningún pronóstico, yo creo que la caída del capitalismo a manos del propio capitalismo inevitablemente va a llevar al mundo hacia algún lugar, a algo que no conocemos actualmente. El momento que ahora estamos viviendo de caída del capitalismo me atrevo a decir, -es un atrevimiento lo que voy a decir-, de una caída del paradigma económico fundamental. Que hay después de esto, no sé, pero que viene algo distinto, viene. Puede ser mucho mejor o peor, no lo sé.
¿Tú dirías entonces que Hijos del Sol tiene una vigencia muy fuerte y en cierto sentido es premonitoria?
Digamos que si, yo creo que en algún punto la obra puede tocar algo que hoy por hoy el espectador contemporáneo ve como parte de sus preocupaciones. El teatro llega hasta cierto punto, propone temas, que si el público quiere lo toma y reflexiona si tiene ganas, el teatro no puede ir más allá de eso.
Esta es una obra de teatro independiente que cuenta con la participación de 19 personas en escena, algo excepcional para el teatro por la gran cantidad de actores, cuéntanos un poco sobre esta compañía, como ha sido la gestación y continuidad de esta obra.
Si, en realidad es algo excepcional, sobre todo viniendo de un país como Argentina que no tiende a preservar los grupos actorales. Antiguamente en Latinoamérica los grupos teatrales tendían a conservarse, pero el mercado, la TV y el cine fueron rompiendo esto, aparecieron algunos elencos oficiales que eran pagados por el estado, pero también dejaron de existir. La idea de la grupalidad está puesta en crisis, las dictaduras pusieron en crisis la grupalidad, la solidaridad. Nosotros hemos venido trabajando juntos desde hace 10 años más o menos, varios actores de los que están aquí trabajaron en el año 99 en una versión que hice de Galileo Galilei, de Brecht, y se ha dado una sucesión de espectáculos: seis actores de los que están aquí trabajaron en "El Siglo de oro del peronismo" que ganó el Premio Ace de Oro de la Asociación de críticos de espectáculos, luego, con algunos más, hicimos Las Troyanas.
La característica de esta compañía es la gran cantidad de actores, hemos podido hacer teatro independiente de esta manera, que en Argentina es más común para los espectáculos públicos, oficiales. Otra característica del grupo es que todos en algún momento de su trayectoria entrenaron conmigo. Esto permite que tengamos un código común a la hora de trabajar, ha habido un tiempo previo. La gente ya viene a trabajar conmigo formada, no es que hayan partido de cero. Por ejemplo, Pablo Caramelo, el protagonista de la obra, es ayudante mío en las clases de actuación y es profesor en la Escuela nacional de teatro, junto con Francisco Civit, el que hace de pintor en la obra, que también es profesor en el ElKafka espacio teatral.
Intentamos generar un código común de trabajo, lo que no es frecuente cuando las compañías tienen más de 5 actores, ya con el sexto actor siempre hay problemas. Es difícil mantener una compañía por el tema económico principalmente, por lo que yo soy flexible en este sentido, si alguien tiene un proyecto afuera, lo hace, aún cuando con esta obra nos ha ido bien, fue estrenada en abril del año pasado (2007) con un promedio de tres funciones por semana. En este momento estamos preparando dos proyectos más.
Pablo Caramelo e Irina Alonso
Además de dirigir, tú haces docencia y eres actor, ¿sigues con la actuación?
En 2007 filmé una película (Mentiras Piadosas, de Diego Sabanés), pero mi labor principal en este momento es la dirección.
¿Dirigir es lo que más te gusta?
¿Dirigir es lo que más te gusta?
No, a mi actuar me gusta muchísimo, pero me exige una detención, un cuidado sobre mi mismo que no estoy en condiciones de poder darle a la actuación en este momento. Yo además dirijo un festival internacional de teatro (el Festival Internacional de Buenos Aires, FIBA) y dirijo un espacio teatral (Elkafka), coordino la carrera de dirección en el IUNA (Instituto Universitario de Arte), soy profesor de tres maestrías, hago clases en instituciones públicas y privadas también. Actuar y dirigir son para mí dos placeres diferentes, que se complementan, no podría dejar ninguno de los dos.
¿Que te ha parecido Santiago a Mil, la respuesta del público hacia Hijos del Sol?
El público me ha parecido fantástico, ha sido muy receptivo, muy bueno. Es muy bueno poder aportar diversidad a la cartelera santiaguina. En Argentina, enero es una época muy rara para hacer teatro, allá seria impensable.
En Santiago ya es una tradición, enero es sinónimo de teatro...
Para nosotros enero es para la playa. Entonces me parece muy interesante. Este festival fue muy generoso con nosotros, porque se la jugó por una obra que ningún festival se la hubiera jugado...
¿Por qué?
Por el hecho de traer 19 actores, 24 personas en total, porque no tuvimos ningún apoyo del gobierno argentino, cuando Carmen Romero (de Santiago a Mil) nos invitó, ella siguió adelante y quiso traer la obra a pesar de no contar con el apoyo que pensamos íbamos a tener desde Buenos Aires.
Tú, como mencionabas, eres además director artístico del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), que es organizado por el Ministerio de Cultura de Buenos Aires y director de ElKafka espacio teatral, cuéntanos un poco sobre la situación del teatro argentino actual y como lo ves a futuro.
Bueno, este es un tema largo de conversar. Buenos Aires, porque Argentina es otro tema, Buenos Aires, tiene desde hace muchos años tres circuitos muy bien establecidos, que son el circuito privado, o sea comercial; los teatros públicos y el circuito independiente. Antes tenían definiciones muy claras, el teatro independiente era muy ideológico, muy artístico. Hoy ocurre un fenómeno muy interesante y muy tremendo, el teatro público empezó a decaer, porque dejó de haber una política estética clara.
¿Desde cuando ha pasado esto?
Los últimos 8 años más o menos, y es porque no ha habido recambio en las generaciones. Hay, eso si, una enorme actividad en el teatro independiente, muchas salas de teatro, mas de 180 salas pequeñas de 20 o 30 espectadores, hay una especie de fervor, que en un primer momento fue fantástico, pero que ahora está mostrando su falta de técnica, tanto de la infraestructura de los teatros como de los actores. Se ha ido deteriorando lentamente. En otras sociedades como Chile o Uruguay, empezaron a tomar algo de esto, pero con gente mejor preparada. Hay una decadencia de la Argentina, de Buenos Aires que también se nota en el teatro. Buenos Aires siempre ha sido una ciudad muy teatral, la ciudad con más teatro de Latinoamérica y cuando el teatro decae se nota más que en otras partes. Ha tenido otras épocas de caídas estrepitosas y auges muy grandes también. En los años 30 por ejemplo, se produjo una banalización del teatro, entonces aparece el teatro independiente, pero muy incipiente.
Esta es una visión personal, otras personas van a tener una visión más optimista, pero creo que es un momento de decadencia de una modalidad de hacer teatro, en la que desaparece el director, a manos de las personas que escriben y dirigen sus propias obras, esa desaparición del autor como entidad. Estos fueron buenos como experimentos en un momento, con ejemplos fantásticos, pero cuando esto pasa a ser una moda, se comienza a degradar.
Aparece una dramaturgia y una temática, por ejemplo de las familias disfuncionales, yo le digo a esto el efecto Coleman, que ha sido la obra mas conocida, ("La omisión de la Familia Coleman", de Claudio Tolcachir) que se puso como una moda, mostrando siempre alguien disfuncional en la familia, los primos o los sobrinos, es una mirada muy restringida de un momento, mientras el país se cae a pedazos y a mi lo único que me importa en una obra de teatro es que llegó mi primo del campo. Hay una banalización muy grande en las temáticas, un ombliguismo, no ver más allá. Ésta, en realidad (Hijos del Sol) no es una obra muy política, es una obra organizada y pensada por un autor muy bueno, que tenía algo que comunicar y con técnica, por eso me sorprende cuando dicen que es una obra muy política.
Por eso digo que estoy enojado con mi país porque creo que es momento que comencemos a mirarnos entre nosotros en cuanto a las responsabilidades como nación.
Esta es una visión personal, otras personas van a tener una visión más optimista, pero creo que es un momento de decadencia de una modalidad de hacer teatro, en la que desaparece el director, a manos de las personas que escriben y dirigen sus propias obras, esa desaparición del autor como entidad. Estos fueron buenos como experimentos en un momento, con ejemplos fantásticos, pero cuando esto pasa a ser una moda, se comienza a degradar.
Aparece una dramaturgia y una temática, por ejemplo de las familias disfuncionales, yo le digo a esto el efecto Coleman, que ha sido la obra mas conocida, ("La omisión de la Familia Coleman", de Claudio Tolcachir) que se puso como una moda, mostrando siempre alguien disfuncional en la familia, los primos o los sobrinos, es una mirada muy restringida de un momento, mientras el país se cae a pedazos y a mi lo único que me importa en una obra de teatro es que llegó mi primo del campo. Hay una banalización muy grande en las temáticas, un ombliguismo, no ver más allá. Ésta, en realidad (Hijos del Sol) no es una obra muy política, es una obra organizada y pensada por un autor muy bueno, que tenía algo que comunicar y con técnica, por eso me sorprende cuando dicen que es una obra muy política.
Por eso digo que estoy enojado con mi país porque creo que es momento que comencemos a mirarnos entre nosotros en cuanto a las responsabilidades como nación.
Pablo Caramelo, Karina Antonelli e Irina Alonso
AmericaViva, Enero 2009.
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